Privacidad en el Noviazgo (segunda parte)

Otra situación actual que atañe a la línea de la privacidad, y que se presenta en “los noviazgos”, son las llamadas “muestras de amor”, que, para mi gusto, está mal empleado el término, ya que, si bien es cierto que el amor necesita de manifestaciones físicas, (que ya he presentado en temas anteriores), es importante captar hasta donde me corresponde demostrarlo, ya que, es muy patente que nuestros jóvenes, quieran sentirse cada día mas unidos a su pareja y en  consonancia con esto son capaces de realizar actos que pueden ir en contra de la misma privacidad, pues cuantas veces nosotros hemos escuchado esas frases de: “por ti soy capaz de todo” o bien, “por ti doy mi vida”, o también “sin ti no sé que haría”, que si bien es cierto tienen mucho de sentido, cuando la relación de pareja ha sido bien establecida, pero en muchos casos estas expresiones son empleadas por jóvenes que llevan escasos meses de conocerse, y junto a estas frases

 Se da también un fenómeno interesante en línea del compartir cosas intimas, como son claves de cuentas de correo, de redes sociales, contraseñas de teléfonos, entre otras y que son en ocasiones causas de discusiones cuando se encuentra en ellas cosas que a uno de los dos no les gusta y puede volverse un problema mas complejo cuando el noviazgo se termina de mala manera.

Ante este panorama la invitación primera es a valorar aquellas cosas que tengo sólo para mi, y que el guardarlas de ninguna manera rompe confianzas o que el no decirlas no es signo de que no falta de cercanía, en el noviazgo, simplemente es una acción que ayuda a ir madurando nuestra visión, confiando mas en la palabra de la persona que en los medios que se tienen para nuestra vida.

Por otra parte, podemos ver que la Iglesia siempre se ha preocupado por estas situaciones y siempre motiva a que las parejas cristianas sean un verdadero testimonio de nuestra fe y heraldos del evangelio con sus actos de vida, por eso encontramos que ya desde Concilio de Trento y, en adelante, con varias encíclicas desde el papa Benedicto XIV (1740-1758) hasta el Concilio Vaticano II (Constitución pastoral Gaudium et Spes), y después el Magisterio de Pablo VI y Juan Pablo II. Sobre todo gracias a la renovación bíblica, el Concilio Vaticano II, a la luz de la antropología bíblica, redescubrió al hombre como Imagen de Dios, "Imago Dei”.

Podríamos también, citar aquí a Rafael Hernández Urigüen, autor de un libro llamado Ideas Para Acertar En El Noviazgo... Y En El Matrimonio, en el que da algunas aclaraciones y nos da ideas precisas de cómo debemos vigilar el noviazgo con miras al matrimonio, él nos dique que: 

“Existen unas reglas no escritas de sinceridad, respeto, amor verdadero, paciencia, conocimiento profundo, que muchas veces se pasan por alto y marcan para siempre la futura relación matrimonial. Si se descuidan aparecerán en el futuro patologías que llevan a crisis muy difíciles de superar cuando una mujer y un hombre ya están definitivamente comprometidos. Si se cultivan los pasos del noviazgo, el éxito del matrimonio, de algún modo, está garantizado por ese aprendizaje en el amor”.

Considerando todo lo anterior, es necesario siempre estar atentos a la manera en la que vamos construyendo nuestras relaciones con los demás a partir de nuestra propia historia, que dicho sea de paso, está y estará siempre presente en nuestro caminar diario; ante está realidad pudiera darse una actitud de desánimo, pues al hacer una valoración cualquiera pudiera considerar como imposible el vivir una verdadera relación de noviazgo, sin embargo, ha de ser todo lo contrario, pues, a partir del sentido real de la nuestra capacidad para asumir aquellas cosas que sólo me corresponden saber a mi y en un posible caso, a mi confesor, es como entiendo que cada uno tiene un valor, el cual nadie bajo ningún motivo puede violar y que nos lleva a la construcción de una verdadera comunidad de confianza y amor en la persona.