En
esta ocasión, se ha dado la oportunidad de presentar brevemente algunos
elementos referentes a la fidelidad eterna y a la posibilidad de obtener un
nuevo centro de gravedad del amor, dependiendo del cómo percibimos cada uno
nuestra realidad, en este caso el P. Azpitarte, nos presenta elementos muy
importantes para reflexionar y meditar, por ello, creo necesario prestar atención
a este articulo que nos ayudara a ver de manera diferente el sentido de la
fidelidad.
El amor supone una estabilidad y
permanencia, algo muy próximo a lo que
llamamos perpetuidad, pues si las cualidades psíquicas o físicas son factibles
de cambio, el ser de la persona, lo que constituye su meollo más auténtico, es
algo que permanece por encima de todas sus mutaciones. La historia de cada uno
lleva consigo un proceso constante de evolución en el que, lo mismo que
adquirimos nuevas realidades, estamos sometidos ala pérdida de otros muchas. Si
amo a la persona, la seguiré queriendo a pesar de sus cambios superficiales,
porque la razón de la entrega radica precisamente en algo que no pasa ni podrá
desaparecer.
En este sentido, el amor va más allá
de la muerte, cuando el cuerpo ha desaparecido y sólo queda la presencia
intocable del recuerdo. En contra de lo que pudiera parecer, la misma
existencia ocupa un plano secundario, no porque el afecto no busque una
encarnación visible y cercana, que repercute en la propia sensibilidad, sino
porque el motivo que lo alimenta se ha hecho independiente hasta de su vida e
inmediatez. Existe, como un aire misterioso que se respira, sin necesidad de
que el amado se halle presente.
Características del
amor conyugal: un nuevo centro de gravedad
El amor conyugal tiene todavía otros
rasgos que lo especifican y distinguen. Diríamos, de forma sintética, que
adquiere un carácter exclusivo y totalizante. Así como la amistad puede
repartirse entre varios, la conyugalidad no brota mientras el tú no se
convierta en alguien único e insustituible. Es la experiencia afectiva más
profunda que se pueda sentir: en el mundo no hay nadie con tanto relieve y
significado como esa persona singular. Desde ahora en adelante existe un nuevo
centro de gravedad, que representa la ilusión más bella en el áspero camino de
la vida. Se ha vivenciado de pronto que la felicidad no tiene otra meta que el
servicio, la entrega y la donación total al ser amado.
Esto provoca en el otro un cierto
narcisismo, porque le hace sentirse cargado de un valor impresionante. Ser
amado así significa conocerse, a pesar de la propia pobreza y limitación, como
una persona tan grandiosa que no admite ninguna rivalidad. Es el gozo de saber
que para el otro no existe nadie tan valioso como el propio yo. Pero si hay un
amor recíproco, la gratificación se acepta no para recrearse solitariamente en
ella, sino porque se ha comprendido que en esa inmensa alegría ha puesto el
amante su misma felicidad. La respuesta mejor es hacerle comprender y sentir
que ha conseguido su mayor ilusión: la plena felicidad del amado. A estas
alturas, si la infidelidad produce un amargo dolor, no es tanto por el hecho de
haberlo perdido, es más bien la tristeza de haber constatado la propia
incapacidad de hacerlo feliz.
La más grave dificultad contra lo
afirmado hasta ahora sería considerarlo como demasiado utópico e ingenuo. En
cualquier caso, cuando observamos las formas de amor ordinario, tal y como hoy
se manifiestan en la mayor parte de nuestra sociedad, es cierto que no
encontramos mucho parecido con el esquema anterior. Algunos creen, incluso, que
se trata de un intento imposible. Tal vez con esto se pretenda hallar una
justificación a la propia debilidad, pero de lo que no cabe duda, como la
experiencia también lo señala, es que la aspiración hacia esa meta constituye
una posibilidad al alcance de las personas. Es un impulso para no permanecer
dormidos en la propia limitación, para que, aunque hayamos desviado la mirada,
no quedemos satisfechos en el fracaso.
Si parto de este presupuesto, es
para que se comprendan mejor las inevitables crisis matrimoniales. Supongo que
nadie se casa con la ilusión de separarse al poco tiempo. Incluso los que no
excluyen la posibilidad de una ruptura posterior, preferirían que el itinerario
que comienzan juntos pudieran concluirlo también con las manos entrelazadas.
Tu opinion en la Iglesia es una voz que resuena para Gloria de Dios.
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