Una vez hecho un breve recorrido por la noción
de la familia ahora entraremos a ver un tema fundamental que estará dividido en
varias partes, para que sea más fácil la lectura del mismo. El presente tema nos
llevara ahora a ver que para formar una buena familia es necesario tener una
buena base durante el noviazgo que solidifique la vida matrimonial
En la cultura occidental, el matrimonio
ha llegado a configurarse como el fruto del enamoramiento y la elección libre.
Las personas se casan por amor y para amarse. Deciden unir sus vidas llevadas
por un sentimiento de amor compartido y contrastado durante un tiempo. El
proyecto de amor conyugal ha emergido con fuerza, vigor y belleza especial en
el enamoramiento. Y se ha configurado en el noviazgo en cuanto forma social del
aprendizaje del matrimonio.
La verdad es que la dimensión social e
institucional del noviazgo se ha difuminado mucho al hilo de la privatización del
amor. Se evita el nombre. No se sabe bien cómo denominar la realidad de esa
relación. No se acierta a darla a conocer. Es cierto que, en cuanto
experimento, no tiene contornos precisos. Cada noviazgo es una historia
diferente. Existe un fuerte pudor a hacer pública la relación existencial que
ha surgido y se está fraguando. Se difumina diciendo: tengo un amigo, una
amiga...
Enamorarse implica básicamente un
descentrarse de sí para centrarse en la persona del otro. Sea cual sea la forma
psicológica como se inicia, el enamoramiento tiene siempre la dimensión del
descubrimiento del otro. En el origen del despertar del sentimiento de
enamoramiento suele haber una llamada de la belleza del otro. Su sonrisa, su
voz, su forma de mirar, atraen la atención. Inseparable del atractivo físico es
el atractivo personal. Nadie había visto en mí lo que tú has visto. Nadie había
suscitado en mí lo que tú has suscitado. Tú despiertas dimensiones de mi ser,
de mi sensibilidad, que nadie había despertado hasta que tú llegaste a mi vida.
Me siento como renacido. Mi vida en cuanto enamorado empieza a girar en torno a
la tuya. Mi tiempo se empieza a medir en relación con tu presencia y tu rostro.
Estoy todas las horas esperando el encuentro contigo. Los momentos de la separación
se hacen insufribles e implacables. No me es suficiente tu continua presencia
intencional en mi mente y atención. El mundo entero cambia de semblante ante
mis ojos. La gente me parece más guapa, más generosa. Las calles del pueblo o
de la ciudad tienen un fulgor especial, nuevo. Son más acogedoras, más cálidas.
Todo cambia y se transforma. Se inicia un mundo nuevo, diferente.
1.1. Tiempo de
liberación
Entrar en un proceso de encuentro
profundo con otra persona lleva consigo una dimensión de liberación. «Por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer» (Gn 2,24;
Mc10,07; Mt 19,05). Dejar padre y madre
no es sólo un hecho social y puntual. Es un hecho personal de maduración.
Implica ir dejando las actitudes paternalistas y maternalistas aprendidas, para
ir consiguiendo actitudes y comportamientos responsables y libres. Igualmente,
en el tiempo del noviazgo los enamorados se ejercitan en la superación de los
juegos y actitudes «filiales» con respecto al «partner». Se aprende a luchar
contra la tendencia a dejarse proteger, a dejarse querer pasivamente sin
responder activamente a la excitación y a la llamada del otro. Liberarse de la
tendencia a la sumisión y a la fusión constituye un aprendizaje que se ensaya e
inicia en el noviazgo. Se trata de una relación de tú a tú, de persona a
persona, de hombre y mujer.
En la medida en que la relación
interpersonal e intersexual se va construyendo, crece la experiencia de salir
de la soledad y del anonimato: El éxodo de sí mismo, del miedo a no ser
querido, de la angustia de no ser aceptado por el otro, es una vivencia
implícita y repetida en el configurarse de la relación conyugal. Se superan
temores que esclavizan y atenazan. Se abren nuevos y sorprendentes horizontes
de autonomía personal, de creatividad y originalidad.
Además de dejar el mundo de la
protección, se deja el mundo de la masificación. Alguien se ha fijado en mí. Me
ha visto como alguien especial. Me ha elegido entre millares de hombres o
mujeres. Disfruta de estar conmigo. Soy importante para él. Soy único en el
mundo. Diferente de todos. Me ama por ser como soy. Toda la experiencia
esencial del noviazgo se puede leer en clave de éxodo y liberación. Y adquiere
un significado muy hondo.
Como es obvio, lo anterior se refiere al
éxodo personal y familiar en el caso de relaciones familiares sanas. La verdad
es que, con alguna frecuencia, el noviazgo comporta la liberación de relaciones
familiares super protectoras e incluso opresoras y autoritarias. Hay quien se
casa para liberarse de su familia y para desafiar a sus padres. Pero es ésta
una pésima motivación para el matrimonio.
hola! espero y estes muy bien garcias por compartir estos temas me da mucho gusto que asi sea realmente son muy interesantes e importantes me llaman mucho la atención y que padres estan espero poder seguir checando tu blog y ver mas acerca de los temas espero poder enseñarles a mis papas lo del noviazgo jejeje gracias nos vemos cuidate.
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