Continuando
con la reflexión de Eduardo López Azpitarte S.J, presentare ahora la segunda parte,
referente a la experiencia amorosa, donde se muestra como, nuestras experiencias personales
se fortalecen o se debilitan dependiendo de nuestra manera de concebir el amor.
El
Amor, hijo de ambos (Ares y Afrodita), hereda las cualidades contradictorias de
sus padres. En él se armonizan una serie de aspectos antagónicos que indican su
origen y manifiestan su verdadera naturaleza. Se le representa como aun niño,
necesitado de protección y ayuda constante, imagen de la debilidad, símbolo de
una dependencia absoluta, vacío de poder e indigente, incapaz de valerse por sí
solo sin la colaboración de los demás; pero, al mismo tiempo, está dotado
también de una capacidad y fuerza extraordinaria, con su arco y sus flechas se
dispone a triunfar en las más difíciles tareas, sabiendo que nadie podrá
escaparse a su influjo halagador.
Se
muestra pequeño, pero camina por la vida solitario, buscando a quién poder
subyugar. Es la energía misteriosa que asegura la perpetuidad de la vida y
doblega a las voluntades más firmes. Pide protección, pero ayuda también a
quién se encuentra necesitad. Una naturaleza, por tanto, compleja y
contradictoria: fuerza y debilidad, plenitud y vacío, dinamismo y receptividad,
liberación y dependencia, constancia y fugacidad, entrega salvadora y egoísmo
interesado, causa de ideales y motivo de frustraciones, dispuesto a las mayores
heroicidades y vencido por múltiples esclavitudes. Por amor se toman las
grandes decisiones y se realizan también las mayores insensateces.
Es la ambigüedad que todos sentimos en nuestras propias
experiencias personales. Estimula, impulsa, alienta, oxigena, pero también
hunde, destroza, amarga y entristece. De ahí que, bajo un mismo nombre ya la
sombra de un término tan positivo, puedan encontrarse actitudes y vivencias muy
diferentes. Si cada uno escribiera sus experiencias afectivas, tal vez
resultaría difícil que el amor, como protagonista, representara siempre los
mismos papeles. Hasta el lenguaje que utilizara no sería tampoco inteligible
para todos los lectores. El cariño posee registros musicales que no siempre se
integran en una armonía.
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