En
esta ocasión compartiré con ustedes uno de los elementos importantes para
nuestra vida de pareja que nos puede llevar a ir solidificando, para llegar a
una vida duradera si la sabemos establecer de buena forma, el S.J. Eduardo
López Azpitarte nos da los elementos necesarios para esta reflexión.
Hay un primer aspecto que reviste
especial importancia. No creo exagerado decir que, en el mercado de nuestros
valores culturales, la fidelidad no es de los que se encuentran más cotizados.
Las mismas estructuras sociales, que gozaban de una gran estabilidad y
favorecían los compromisos definitivos, experimentan una menor credibilidad y
firmeza. Más que mantener el orden establecido o el respeto por lo tradicional,
se busca lo diferente, lo nuevo, lo inédito. El cambio y la evolución son mucho
más apreciados que la estabilidad y permanencia. Un signo de juventud que se
resiste a la nostalgia de la vejez por el pasado; La misma economía fomenta el
consumismo constante. Las cosas se hacen para que duren poco tiempo y haya que
cambiarlas por las nuevas ofertas mejoradas.
El mismo reconocimiento de nuestro
mundo inconsciente despierta en muchos la
![](http://1.bp.blogspot.com/-LedFnBHEwcA/T3YsGMPLH2I/AAAAAAAAATI/QQSYTrycZBA/s320/san-valetin-y-los-topicazos-110208-01.jpg)
La persona libre no se deja
encadenar por el pasado, como si no quedara otra salida que la resignación
fatalista a lo que pudo ser fruto del error, de la ingenuidad, o de una ilusión
demasiado exagerada. Como tampoco debe cerrar el futuro a sus múltiples
posibilidades inéditas y desconocidas, eliminando para siempre otros caminos de
realización, que se presentarán, tal vez, como mejores. Lo único importante
sería la fidelidad al momento presente para vivirlo con todo su realismo y
plenitud. Cualquier otro compromiso revestirá un carácter alienante, pues
estaría motivado por intereses ocultos: narcisismo, miedo a la libertad o
sentimientos de culpa.
A pesar de todo, conviene levantar
la voz en defensa de la fidelidad. Las grandes decisiones de la vida nunca
jamás se hacen con la pura razón. Queda siempre un margen que sólo es posible
superarlo con la fuerza del afecto. No se trata, desde luego, de opciones
irracionales, pero tampoco se tomarían si no estuviesen en el fondo las
ilusiones del corazón, por aquello de que él también tiene razones, que la
cabeza no comprende. Es la conciencia de una vocación personal, que se intuye y
seduce como la mejor manera de realizar la propia existencia.
Tu opinion en la Iglesia es una voz que resuena para Gloria de Dios.